Nuestra Ciudadanía


¡Shalom Elegidos de Dios!

 

Todos tenemos una ciudadanía terrenal, es el país donde nacimos. Rendimos honores a nuestros símbolos patrios, tenemos un himno que cantamos con orgullo y si vivimos lejos de nuestra patria que nos vio nacer, añoramos estar en nuestras raíces.

Yo viví dos meses en Estados Unidos, y lo menos triste era no comer tortillas. Lo peor era no encontrar la fraternidad y contacto físico de mis compatriotas, un abrazo sincero de cualquiera que te conoció hace cinco minutos, era imposible encontrar en ese país. La frialdad de la gente me daba tristeza en mi corazón. Lo rígido del cumplimiento de leyes ha hecho endurecer los corazones, no digo que no se cumplan las leyes, pues quien cumple las leyes del hombre que ve: cumplirá las leyes de quien no ve(Dios), lo que digo es que hay veces que debemos ver el corazón y las necesidades; como cuando Jesús sanó en sábado que era día de reposo, mirando la necesidad y no la ley. Sinceramente no hay como los latinos. Pero, en general es un buen país, sólo que no es mi ciudadanía.

A donde Dios nos mande, debemos obedecer y no volvernos Jonáces (el de Nínive). Finalmente, dice la biblia que estamos de paso en este planeta:

“Jesús oró; Ellos no son del mundo, como tampoco lo soy yo"
Juan 17:16

Elegidos, estamos viviendo los últimos tiempos, las señales lo indican. Pongamos la mirada en las riquezas celestiales, olvídate de sacar créditos pensando en que los pagarás, eso no lo alcanzaremos a pagar. Olvídate de que Peña Nieto (Presidente de México) ya tomó las pensiones de retiro de los mexicanos para construir un nuevo aeropuerto, ya no te vas a jubilar porque si eres salvo no probarás vejez ni mucho menos la muerte. Serás arrebatado en un abrir y cerrar de ojos. Esta ciudadanía es pasajera. Amén.

Lo asegura la palabra de Dios:

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
 el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.
Filipenses 3:20-21


Bendiciones de lo alto
Keila Garner


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